Opinión La
Firma de Cristóbal Guerra
El fútbol venezolano rueda
precipicio abajo
Dos
jugadores de Venezuela, de amarillo, se lamentan durante el partido con Chile.
AFP
- Cristobál Guerra
- @camisetadiez
- Para mucha gente en Venezuela, ha resultado incomprensible la caída de la selección 'vinotinto' en casa ante Chile por las eliminatorias para el Mundial Rusia 2018.
¿No
juegan en Europa los futbolistas venezolanos? ¿No están en el Málaga Roberto
Rosales y Juan Pablo Añor, Juanpi? ¿Y no brega en el mediocampo del
Génova italiano Tomás Rincón? ¿Y Oswaldo Vizcarrondo no despeja
balones en la defensa central de Nantes francés?
Sí, es
verdad, pero hay verdades de verdades. Enceguecidos por esos reflejos,
deslumbrados por la aventura europea, por aquí se ha creído que todo estaba
hecho.
No
obstante, la realidad ha pegado en la cara como un derechazo de Myke Tyson
en sus mejores combates. Enfrentar a los chilenos era tener que verle la cara a
Arturo Vidal, mediocampista estelar del Bayern Munich; a Alexis
Sánchez, dinamitero del Arsenal, y pare usted de contar.
Las
diferencias fueron notorias, y como las flechas de todas las culpas han ido a
tener al cuerpo del seleccionador Noel Sanvicente, habrá que decir que,
metiéndonos a radicales, los jugadores de experiencia, más que disculparse,
deben abrir paso para que lleguen los que tienen que llegar.
Venezuela,
ultima de Suramérica y con solo un punto trabajosamente logrado en el empate
ante Perú, no irá a Rusia, porque la Plaza Roja y el Kremlin son ahora un sueño
imposible; estas visiones podrán ser pilladas, pero en las postales del
recuerdo y en las portadas del diario MARCA. La 'vinotinto' ha rodado
precipicio abajo, y luego de su caída tendrá que modificar tantas cosas.
Lo que
más urge es cambiar las estructuras de un fútbol precario, que no sabe a dónde
va, y que al final de todo choca con el espíritu de un país cuyos mejores ojos
siguen viendo en las jugadas y batazos del béisbol, el caudal de sus sueños.
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