El pingüino que viaja miles
de kilómetros todos los años para visitar al hombre que lo salvó
9 de
marzo de 2016
Joao Pereira de Souza lo halló en 2011, en una isla cerca de la costa de
Río de Janeiro, cubierto de petróleo y muriendo de hambre. Era un pingüino de
Magallanes, que De Souza, un jubilado hoy con 71 años, llamó Dindim.
De Souza y Dindim. Foto de Business Insider.
Durante una semana, el hombre limpió las plumas alquitranadas de la
criatura, lo alimentó con una dieta diaria de pescado y luego lo llevó de
vuelta al mar.
“Pero él no se iba, se quedó conmigo durante 11 meses y luego, sólo después
que mudó sus plumas, desapareció”, recordó De Souza en entrevista con TV Globo.
El acto generoso del anciano ha tenido una recompensa inesperada: Dindim
se convirtió en su amigo más fiel, y pasa con él hasta ocho meses, viviendo con
el pescador retirado en su casa en la isla.
“Todo el mundo dijo que no volvería, pero ha vuelto a visitarme durante
los últimos cuatro años. Llega en junio y se va en febrero y cada año se vuelve
más cariñoso ya que parece aún más feliz de verme”, aseguró.
Es algo extremadamente inusual, pues implica que el animal, que
normalmente se reproduce al sur, en las costas de la Patagonia de Argentina y
Chile, recorre unos 8,000 kilómetros de distancia todos los años para ver a De
Souza.
Ese comportamiento también sorprende a los expertos.
El biólogo Joao Paulo Krajewski, quien entrevistó a De Souza para Globo
TV, le comentó al diario británico The Independent: “Nunca he visto nada como
esto. Creo que el pingüino piensa que Joao es parte de su familia y,
probablemente un pingüino también. Cuando lo ve que mueve la cola como un perro
y hace ruidos de placer”.
Nadie más puede tocar a Dindim, pues agrede a quien lo intente.
“Se acuesta en mi regazo, me permite que le dé duchas, me permite darle
de comer sardinas y cargarlo", contó De Souza.
Los pingüinos viven durante unos 25 años, son conocidos por su lealtad,
y mantienen la misma pareja hasta que mueren.
Aunque cientos de pingüinos de Magallanes migran de forma natural a
miles de kilómetros al norte en busca de alimento, se ha producido un aumento
preocupante en el fenómeno de las criaturas oceánicas varadas en las playas de
Brasil. Los expertos consideran que el responsable es el cambio climático.
“Cada año las fuertes corrientes marinas de la región de Malvinas
atrapan y arrastran muchas especies de focas, ballenas, delfines, tortugas y
pingüinos a la costa brasileña. Esto es cada vez más problemático debido a los
cambios ambientales y la creciente frecuencia de El Niño, en el que el Océano
Pacífico se está calentando por períodos prolongados de tiempo”, explicó David
Zee, un oceanógrafo de la Universidad Estatal de Río de Janeiro.
"Las criaturas marinas quedan confundidas y perdidas, ya que son
arrastradas lejos en las olas de su hábitat normal y terminan en áreas donde no
pueden sobrevivir”, agregó.
Por lo general, en Brasil no se permite que las personas tengan animales
salvajes como mascotas, pero en el caso de De Souza y Dindim las autoridades
han hecho una excepción.
"Los profesionales que trabajan con animales tratan de evitar las
relaciones como esta para volver a introducir el animal a su hábitat natural.
Pero en este caso aislado las autoridades permitieron a Dindim quedarse con
Joao, debido a su bondad”, comentó Krajewski.
“Me halaga que Dindim esté feliz de intercambiar su casa con otros miles
de pingüinos todos los años para venir hasta aquí y pasar tiempo conmigo,” dijo
De Souza. “Es una relación muy especial”.
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