En Cuba se respira cambio, pero también frustración
Por Damien Cave
La costa frente a la embajada de Estados Unidos en
La Habana Credit Alexandre Meneghini/Reuters
“La próxima vez que venga, será diferente”, me dijo
el doctor. Caminábamos por las afueras del hospital de Cárdenas, la ciudad
natal de Elián González, pocos días después que el Presidente Obama anunciara
que Estados Unidos restablecería las relaciones con Cuba.
Era un tipo joven, atractivo, popular entre sus
pacientes. Quería hablar, pero no podía hacerlo. Se disculpó cuando me dijo que
el Partido Comunista había rechazado mi solicitud para preguntarle sobre,
bueno, casi cualquier cosa.
Cada vez que viajo a la isla, siento entre los
cubanos un deseo reprimido por dejarse llevar y soltar un torrente de palabras;
también noto varios niveles de paciencia porque los cambios son escasos y
lentos.
En los 17 años que han pasado desde que empecé a
visitar Cuba, siempre he sentido las tensiones de un país listo para cambiar,
pero esto nunca ha sido tan evidente como desde el anuncio del Presidente Obama
en diciembre de 2014.
Cárdenas, en particular, es un pueblo deseoso de
mirar hacia el futuro en lugar de al pasado. Hoy Elián González es un hombre
venerado como héroe revolucionario después de su regreso de Miami en el 2000,
pero no aparece por ningún lado. Sin embargo, su pequeña ciudad se está
convirtiendo en algo nuevo. Ya no solo es un lugar de desfiles revolucionarios,
sino también de crecimiento y progreso junto a Varadero, la célebre playa de la
isla.
El turismo ya ha producido cambios. Se nota la
influencia de los extranjeros.
Pero, como el médico me explicó, hay límites. Los
frenos se han activado cuando es necesario. Quienes están en el poder todavía
tienen mucha cautela, existe una cultura de la burocracia en la que el “no”
todavía es una respuesta más común que “sí”.
Poco más de un año después eso no parece haber
cambiado, al menos para la mayoría de los cubanos, con la excepción de quienes
trabajan en turismo o tienen los contactos adecuados.
¿Cómo afectará la visita de Obama a este proceso?
¿Cuáles cambios, y a qué ritmo, fomentará la visita del presidente? ¿Cuánto ha
cambiado la isla en realidad?
Todas esas preguntas que se hacen los cubanos,
también me las hago yo.
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