Presas en Colombia
abren restaurante gourmet a pie de calle
[Associated Press]
Por ALBA TOBELLA
BOGOTA, Colombia (AP) — El tiempo aprieta a las dos
de la tarde tras las rejas fucsia de la cárcel de mujeres de Cartagena. A las
siete, el restaurante Interno abre sus puertas y todavía hay que limpiar,
ordenar y poner en marcha la cocina.
Las bocinas retumban mientras unas empiezan a
barrer, otras arrastran mesas y otras pelan yuca o papa. "Ponemos las
canciones que les gustan para que trabajen mejor", dice Luz Adriana Díaz,
coordinadora del Restaurante Interno, a pie de calle regentado por las
reclusas.
Desde el 15 de diciembre, acusadas y condenadas
guindadas con turbantes rosados se encargan de cocinar y servir platos gourmet
a los comensales en esta cárcel con una ubicación privilegiada en el centro
histórico de la ciudad más turística del Caribe colombiano, a pocas cuadras de
hoteles de lujo.
El programa, con apenas precedentes, busca mejorar
la resocialización de estas 170 mujeres, algo inédito en el abandono
generalizado de las cárceles colombianas.
Ceviche de corvina con tabulé andino de quínoa,
carimañola, pesca del día con verduras o posta cartagenera y arroz de coco
salpican, un menú de cocina tradicional asesorado por chefs de renombre: Harry
Sasson, Koldo Miranda, Charly Otero o la repostera Camila Vargas. Como el menú,
también se transforma el espacio. Las presas recuerdan cómo el lugar donde
recibían su refrigerio insípido en bandejas de un solo uso se ha convertido en
un moderno comedor con cojines de colores, un mural de flores y adornos de
hilos en las rejas.
Meses atrás, algunas reas llegaron a dormir en el
piso en unas instalaciones destartaladas. Ante la falta de recursos, Ramiro
Cuadro, director de la cárcel distrital San Diego, agradece este proyecto
"raro y bonito" que arrancó en octubre la fundación Teatro Interno
para ocupar a las presas y darles opciones de futuro, además de regalar camas e
impulsar reformas en espacios vacíos en ese edificio colonial.
Cuando cayó presa, Marta Susana Rondón temía que en
la cárcel la fueran a matar. A los 24 años lleva tres entre rejas y le quedan
otros seis de una condena por un homicidio que no reconoce. Aprendió a hacer
pan, manillas y a bailar. Lo que está pasando en esa prisión, asegura, es un
"milagro".
Durante el primer mes, estas mujeres recibieron
talleres de cocina, panadería y emprendimiento. Una veintena llegó hasta el
final de la formación y hoy son la cara visible de la prisión. El resto se
encarga del pan y el huerto o elaboran artesanías para vender en el mismo
restaurante o los días de visita.
Interesarlas en el proyecto fue la tarea más dura
para Díaz, quien considera que es importante darles una responsabilidad, por
ejemplo, sacando adelante este restaurante con clientes que entran y salen de
la prisión con medidas de seguridad mínimas comparadas con otros centros
penitenciarios colombianos.
"Estamos encarceladas. Eso hace que a veces
nos pongamos de mal carácter o estemos agresivas. Decimos, ¿sí vale la pena
hacer algo? Nosotras somos como corazones rotos, cualquier cosa nos
quiebra", dice Isabel Cristina Bolaño, una mujer de 62 años acusada de
pertenecer a las autodefensas, como se conoce en Colombia a los grupos
levantados en armas contra la guerrilla.
"Es duro trabajar con las compañeras porque
todas tienen pensamientos diferentes, pero a la vez es chévere porque también
de ellas se aprende", apunta la cocinera Karen María Paternina, 27,
acusada de extorsión y concierto para delinquir. Ahora espera poder montar una
pastelería para sacar adelante a su hijo, todavía bebé, que la visita todos los
domingos.
Evitar la reincidencia es una de las mayores
preocupaciones para las autoridades de Colombia, país con unas condiciones
carcelarias preocupantes según el Comité Internacional de la Cruz Roja, que
destaca la salud como el principal problema de las cárceles de la nación. En
todo el territorio hay unos 120.000 presos aunque las cárceles tienen capacidad
para menos de 80.000. Además, el 30% de los reclusos consumen drogas, lo que
duplica el riesgo de reincidencia, según un estudio del gobierno presentado
hace unas semanas.
La idea viene de Italia
El proyecto que revolucionó la cárcel femenina de
San Diego, apoyado por instituciones como el Banco Interamericano de
Desarrollo, no tiene más precedentes que el de InGalera en Milán, Italia, un
restaurante atendido por los presos con las condenas más largas, según Teatro
Interno, que tiene en varias cárceles de Colombia.
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