jueves, 19 de enero de 2017

El príncipe africano que convirtió su país en una república por amor a una mujer blanca




El príncipe africano que convirtió su país en una república por amor a una mujer blanca

Cuaderno de Historias de Alfred López28 de septiembre de 2016
La República de Botsuana, país que se encuentra situado geográficamente justo por encima de Sudáfrica, es la única nación de todo el continente que no ha padecido ningún golpe de Estado, revolución o conflicto bélico alguno en el último siglo, considerándose el más estable de la región. Durante ochenta años (desde 1885) formó parte del Reino Unido siendo uno de los protectorados que los británicos tuvieron por allí y que fue llamado Bechuanalandia hasta 1965, año en el que se realizaron las primeras elecciones democráticas que llevarían al país hacia la independencia. A lo largo de todo ese tiempo convivieron en paz y armonía tanto los británicos como los batsuana (principal grupo étnico de la región).
Esa independencia y estabilidad del país se consiguió gracias al hombre que ganó las primeras elecciones y lo gobernó como presidente entre 1966 y 1980: Seretse Khama.

Seretse Khama no era un político al uso, sino que en realidad descendía de una de las más importantes familias batsuana y había sido (antes de renunciar al trono) el príncipe heredero de la tribu, estando destinado a reinar algún día aquel país.

La renuncia al trono nada tuvo que ver por cuestiones políticas, sino debido a un auténtico flechazo que sintió por una joven llamada Ruth Williams y de la que Seretse se enamoró perdidamente en 1947, durante su estancia en el Reino Unido cuando estudiaba la carrera de derecho en la Universidad de Oxford.

La de Ruth y Seretse fue una historia de amor que parecía estar sacada de una película: heredero al trono de un país africano que viaja a Londres para continuar su formación académica, asiste a una fiesta donde le presentan una muchacha blanca, perteneciente a una familia de clase media, surgiendo un repentino amor entre ambos, a pesar de contar con la oposición de sus respectivas familias.

Era 1947 y la segregación racial existía en todos lados, tanto en el país de origen del joven africano como en el Reino Unido. No se veía con buenos ojos que un hombre de piel negra se casara con una mujer blanca, por muy príncipe que él fuera.

Por una parte estaba la presión ejercida desde la entonces llamada Bechuanalandia, pero ya no solo del propio país sino desde la nación colindante: Sudáfrica. En pleno inicio del apartheid sudafricano, las autoridades de este país no querían que sirviera como ejemplo la relación interracial del heredero de los batsuana y presionaron para que el regente Tshekedi Khama tomase cartas en el asunto.

Tshekedi Khama era el tío de Seretse y hermano del padre de éste, quien había fallecido un par de décadas antes siendo rey pero no había sido sucedido por su hijo al ser todavía pequeño y hasta que no acabase toda la formación académica que se le había programado. La casualidad hizo que justo en el momento de terminar los estudios conociera a Ruth y decidiera formalizar el noviazgo con ella.
Recibió todo tipo de presiones y al final optó por hacer oídos sordos y contraer matrimonio con su enamorada en 1948.

Debido a la presión que padecían en el Reino Unido, donde tampoco se veía con buenos ojos su unión interracial, Seretse y Ruth decidieron irse a vivir a Bechuanalandia. Pero la vida allí tampoco fue fácil. El gobierno británico del protectorado se dejó presionar por el sudafricano y ordenó el exilio de la pareja en 1951, quienes volvieron a Londres y donde residieron a lo largo de cinco años.

En 1956 el gobierno británico levantó el castigo de exilio y Seretse y Ruth pudieron regresar a vivir en Bechuanalandia. Eso sí, lo hacían como personas civiles y bajo el acuerdo de no tener ningún tipo de privilegio y sin vínculo alguno con la monárquica familia de él, ya que fue obligado a renunciar al trono.

No hay comentarios:

Publicar un comentario