jueves, 12 de enero de 2017

El mensaje del fútbol chino a sus críticos: "Esto recién empieza"






El mensaje del fútbol chino a sus críticos: "Esto recién empieza"
Fue un momento definitorio para el presidente Chino, Xi Jinping: el último día de su visita oficial al Reino Unido, en el Museo Nacional del Fútbol, en Manchester, el mandatario presentó orgullosamente a sus anfitriones una muy bien lograda imitación del Cuju, el antiguo juego de pelota creado en su país hace más de 2.300 años y que se considera el más antiguo antecesor del fútbol.

La visita de Xi, en octubre de 2015, estuvo marcada tanto por su encuentro con los principales políticos como por su tour futbolístico: se sacó fotos con el Primer Ministro David Cameron y con Sergio Agüero. Visitó el estadio de Manchester City y se encontró con Sun Jihai, un futbolista chino pionero en Europa, que supo jugar para los Citizens y acababa de ser incluido en el Salón de la Fama del fútbol inglés.

El presidente jamás podría haber imaginado que, poco más de un año después de haber recibido una bienvenida tan cálida, actualmente debería soportar constantes ataques y cuestionamientos directamente dirigidos contra el fútbol chino desde toda Europa, pero principalmente desde Inglaterra. Una ofensiva que alcanzó su mayor pico de hostilidad este mes, luego de las transferencias de Carlos Tevez, Oscar y Axel Witsel a distintos clubes de la Superliga China (CSL): a los futbolistas se los acusó de ser codiciosos y vender sus almas por dinero, mientras que el país asiático fue pintado como un todopoderoso y malvado imperio que amenaza la pureza del hermoso deporte que los ingleses aseguran haber inventado.

Es cierto, China está cambiando el panorama financiero del fútbol y los jugadores recientemente llegados al país están cobrando salarios astronómicamente superiores a los que perciben sus contemporáneos en cualquier parte del mundo (Tevez, con el contrato que firmó con Shanghai Shenhua se convirtió en el futbolista mejor pago de la historia). Pero nadie los obligó a priorizar sus billeteras por encima de sus carreras.

El gerente general de Shanghai SIPG, Sui Guoyang, contó recientemente en una rueda de prensa que toda la plana mayor de la dirigencia del club viajó personalmente a París para impresionar a Oscar, a quien le mostraron los rasgos generales del plan establecido para un crecimiento a futuro. El brasileño, que había perdido su lugar en Chelsea y no contaba con grandes ofertas del Viejo Continente, obviamente aceptó la propuesta.

Y en su decisión no solamente pesó lo económico, sino también por lo deportivo: Oscar quiere volver a la Selección de Brasil y sabe que la CSL puede ser un trampolín para lograrlo. Después de todo, Paulinho logró revivir su carrera tras pasar a Guangzhou Evergrande desde Tottenham en 2015 (por lo que fue muy criticado en su momento) y actualmente es un habitual en las convocatorias de la Verdeamarela. Y lo mismo sucede con Renato Augusto, que juega en Beijing Guoan.

Esto se choca directamente con aquellas críticas que cuestionan la competitividad del campeonato chino. ¿Está la liga realmente "varios escalones por debajo de la MLS", como dijo recientemente un respetado periodista británico? Fredy Guarín, compañero de Tevez en Shanghai Shenhua, aseguró en una entrevista con Soccer News que la CSL está muy subestimada: "El torneo no está al nivel de La Liga, pero creo que la media es básicamente similar a la de un equipo de mitad de tabla en la Serie A. Y estoy convencido de que el certamen se convertirá en uno de los mejores del mundo, si este crecimiento continúa".

Sin dudas, una liga que ahora tiene nombres de primer nivel internacional como Oscar, Witsel, Tevez, Hulk, Lavezzi, Ramires, Graziano Pelle y Jackson Martínez, debe ser tomada en serio. Considerarla inferior a la MLS, donde David Villa fue elegido MVP a los 35 años, es un insulto.

Otro cuestionamiento que suele recibir China refiere a los estadios: los críticos aseguran que la mayoría de los campos de juego son horrendos y que los extranjeros se aburren por jugar ante tribunas semi vacías e indiferentes. Decir algo así es un disparate.

Es cierto que algunas canchas en la CSL están descuidadas, pero están muy lejos de ser terribles. Incluso, muchos clubes tienen campos de entrenamiento ultra modernos, que son muy elogiados por las estrellas importadas. Y en cuanto al entusiasmo del público, los números muestran que la última temporada hubo un récord de asistencia en los estadios: en los 240 partidos de 2016 hubo un total de 5,8 millones de hinchas, para una media de 24.159 personas por encuentro. En sus partidos como local, el campeón Guangzhou Evergrande promedió 44,883 personas. Con estas cifras, la CSL se ubica cuarta en la tabla de los torneos con más público del mundo, según los datos de worldfootball.net: sólo la superan la Serie A, la Ligue 1 y la MLS.

Incluso, en la televisión el torneo también crece en importancia: según datos de CCTV, el canal de televisión más importante del país, siete de los diez programas más vistos de 2016 (sin contar los Juegos Olímpicos), fueron partidos de fútbol. La pasada temporada, más de 284 millones de personas sintonizaron los encuentros del campeonato local.

Más allá de estos buenos números, la gran pregunta que se hacen todos es si, eventualmente, la burbuja explotará, dado que las principales inversiones para el sostenimiento de este ambicioso proyecto provienen de fondos estatales. Los críticos en Europa aseguran que, tarde o temprano, la CSL volverá a ser una liga de descarte, pero en China son conscientes de los riesgos a futuro.

People's Daily, el diario oficial del Partido Comunista Chino, publicó numerosos editoriales en los que asegura que la CSL debe aprender a gastar su dinero de modo más sensible: "La liga más rica del mundo no es necesariamente la más fuerte. La diferencia clave es cómo usar el efectivo". Esta visión también es compartida por la agencia de noticias estatal Xinhua, que pidió que se invierta más dinero en academias juveniles, se construya infraestructura y se haga el fútbol realmente accesible para el público.

Incluso, luego de que el récord del pase más caro de la historia de Asia se rompiera repetidamente en los últimos meses, China sintió la necesidad de tomar medidas algo más drásticas: en una entrevista con People's Daily, un vocero del gobierno aseguró que el país "regulará y restringirá las contrataciones más caras e impondrá restricciones razonables a los elevados salarios de los futbolistas". Además, adelantó que buscarán controlar las "inversiones irracionales" y advirtió que los clubes insolventes serán desafiliados de la liga profesional.

De hecho, dado la impredecibilidad tanto del mercado financiero como del clima político de China, la mayoría de los clubes de la CSL ya comenzaron a tomar medidas para ser sustentables en el largo plazo. Los directivos de Guangzhou Evergrande viajaron varias veces a Europa para aprender con los principales clubes del mundo las implicancias del Fair Play Financiero, mientras que Beijing Guoan tiene gente investigando las razones por las que algunos clubes logran resultados a pesar de contar con presupuestos acotados.

Más allá del atractivo que le brindan las contrataciones de lujo, China también busca aprovechar los nombres importantes para adquirir conocimiento. Por eso, además de jugadores, en la CSL también se multiplican los entrenadores de primer nivel internacional: Luiz Felipe Scolari (Guangzhou Evergrande), Manuel Pellegrini (Hebei China Fortune), Andre Villas-Boas (Shanghai SIPG) y Fabio Cannavaro (Tianjin Quanjian). Incluso, en la Segunda División hay técnicos de la talla de Sven Goran Eriksson, Juan Ramón López Caro y Ciro Ferrara.

Mientras tanto, las inversiones de capitales chinos en clubes top de Europa como Manchester City, Atlético de Madrid, Inter y, en cualquier momento, Milan, también le permite al país adquirir conocimiento sobre cómo se administra un club, negocios y estrategias a largo plazo.

Pero todo esto no significa que los malos augurios sean totalmente injustificados. Los números publicados por Xinhua muestran que China tuvo apenas 7 mil futbolistas adolescentes registrados en 2014. De todos modos, lo que los opositores a la CSL ignoran por completo son las crecientes academias juveniles que se expanden por todo el país y en todos los niveles del fútbol local, además de la existencia de un programa de desarrollo a largo plazo que está llevando el fútbol a más de 6 mil escuelas a lo ancho de todo el territorio. Para 2020, está previsto que existan al menos 20 mil academias de fútbol, según informó el Ministerio de Educación.

Más allá de todo, es cierto que China todavía tiene un largo camino por recorrer y que sólo con dinero no alcanza para comprar éxito futbolístico para todo un país. Es fácil caerles a Tevez, Oscar y Witsel y acusarlos de pensar con sus billeteras. Pero la cruda verdad, irónicamente, es que aquellos que crucifican a la CSL y a los jugadores que aceptaron sus ofertas son los mismos que, dos décadas atrás, hicieron exactamente lo mismo: ¿Quién recuerda los enormes salarios que la Premier League decidió pagarles a veteranos como Ruud Gullit y Gianluca Vialli para sacarlos de la Serie A, que por ese entonces era la mejor liga del mundo?

Los que critican a China son los mismos que apoyaron la comercialización y globalización de su propio fútbol. Sus agravios serían mucho más legítimos si simplemente admitieran que sólo se sienten amenazados porque la hegemonía de Europa y la Premier League puede llegar a su fin.

"Estoy feliz de que los chinos hayan llegado. Ahora los grandes clubes europeos tienen un poco de miedo. Y deberían tenerlo, porque ahora hay alguien más rico que ellos en el mercado. Antonio Conte lloró porque los clubes chinos son injustos y 'secuestran' a los futbolistas con dinero. ¿Por qué no dijo lo mismo cuando su Juventus o su Chelsea 'secuestraban' jugadores de clubes más chicos? Nadie tiene derecho a criticar a los jugadores por irse a China. Son hipócritas", aseguró el croata Mario Stanic a Sportske novosti.

Y estos hipócritas deben aceptar que nada garantiza que Europa vaya a ser el epicentro del fútbol mundial dentro de dos generaciones, mientras que el crecimiento económico y futbolístico de China continúe. Así, la resurrección del Cuju puede ser sólo el comienzo de lo que vendrá.





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