Mujeres sirias
queman sus niqabs para celebrar que ya no están en manos del Daesh
(Radi
Saad/Reuters)
En los últimos días, la ciudad siria de Manbij ha
sido el escenario de curentas batallas entre grupos de rebeldes y los soldados
del Estado Islámico. Como resultado, el 70% de la urbe ha sido liberado del
yugo de los extremistas fundamentalistas. Y la población lo ha celebrado por
todo lo alto. Las mujeres, que bajo el mandato del Daesh tuvieron que cubrir
sus cuerpos con el niqab, la prenda que solo deja a la vista sus ojos,
decidieron quitárselo y prenderle fuego.
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Las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) con el apoyo
de Estados Unidos han conseguido acceder a Manbij, pero la ciudad todavía no se
considera completamente recuperada ni segura. La gran parte de la población ha
huido en los últimos meses, pero todavía quedan unas 3.000 personas en sus
calles.
El momento de la quema del niqab fue captado por
las cámaras de una televisión kurda.
La ciudad es clave para el Daesh, ya que su
cercanía con la frontera de Turquía -está a
apenas 40 kilómetros- hace que sirva como puerto para recibir tanto
soldados que se quieran unir a la causa procedentes de países extranjeros como
material de contrabando.
Muchas de las mujeres sirias y de creencias
musulmanas ya vestían antes de la guerra el hijab, la prenda que solo cubre su
pelo. Pero todas aquellas que viven en poblaciones que han sido controladas por
el Daesh han sido obligadas a vestir el aún más restrictivo niqab. Aquellas que
no lo hagan se arriesgan a ser detenidas, apedreadas y muy posiblemente
asesinadas por ello.
Por eso no es de extrañar la gran alegría de las
liberadas, que no solo están quemando una prenda: están reduciendo a cenizas
una herramienta de sometimiento y esclavitud.
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