DE JESÚS TENDRÁ SU
TURNO AL SALÓN DE LA FAMA DEL BOXEO
De Lester Jiménez | Contra las cuerdas –
Su vida estuvo llena de altas y bajas; de alegrías
y tristezas; de triunfos y tragedias.
Pero luego de 27 años de su muerte, el ex campeón
mundial Esteban De Jesús finalmente tendrá su oportunidad para ser
inmortalizado en el Salón de la Fama del Boxeo Internacional.
De Jesús, uno de los referentes de aquella camada
de explosivos boxeadores latinos que acapararon esa división a finales de la
década del 90, aparecerá en la lista de 40 candidatos dentro del grupo de
boxeadores veteranos “all timers”, a ser considerados por los miembros activos
de la Asociación de Cronistas de Boxeo de Américas. Para ser elegibles, los
candidatos no pueden haber peleado antes de 1943 ni después de 1989.
Para la misma clase, se espera la exaltación de
tres grandes del boxeo moderno: Evander Holyfield, Marco Antonio Barrera y
Johnny Tapia, los tres nombres con más posibilidades de ser inmortalizados en
el 2017.
El anuncio se hará en diciembre y la ceremonia de
exaltación se realizará el 11 de junio de 2017 en Canastota, Nueva York.
Nacido en Carolina, Puerto Rico, De Jesús se amarró
a su cintura el título ligero del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) al derrotar al
japonés Gust Ishimatsu, en pelea escenificada en Puerto Rico.
Pero fue su trilogía de combates frente al
legendario Roberto “Manos de Piedra” Durán lo que le ganó fama internacional.
El boricua tiene en su resumé haberle arrebatado el
invicto a Durán en una pelea no titular el 17 de noviembre de 1972 ante más de
10,000 aficionados en el Madison Square Garden de Nueva York.
Durán, entonces invicto en 31 peleas, venía de
conquistar el cetro ligero de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) luego de
derrotar a Ken Buchanan y aceptó enfrentar a De Jesús como pelea preparatoria
antes de su primera defensa titular, que se celebró dos meses después en
Panamá.
Pero se encontró en el camino con un De Jesús de
boxeo depurado y dinamita en sus puños. Apenas segundos después de empezar el
encuentro, un relajado Durán bajó la guardia y De Jesús lo alcanzó con un
potente gancho de izquierda que le apagó las luces y lo envió por primera vez a
la lona.
El panameño se levantó y continuó el encuentro
hasta el último campanazo, pero nunca encontró la forma de descifrar al
aguerrido De Jesús y cayó derrotado por decisión unánime.
El destino los volvería a juntar en dos ocasiones
más: en 1974 y 1978. En ambos encuentros, Durán impuso su fortaleza y se apuntó
sendos triunfos antes del límite de asaltos.
De Jesús acabó su carrera en 1980 con récord
impresionante de 58-5 y 33 KO’s.
TRÁTGICO
FINAL
Sin embargo, fuera del cuadrilátero, su vida estuvo
marcada por la tragedia.
El espectro de las drogas entró a su vida y todo se
descarriló. En 1980, De Jesús fue condenado a pasar el resto de su vida en una
cárcel luego de ser encontrado culpable por el asesinato de un joven de 18 años
en medio de una disputa de tránsito.
El ex campeón admitió años más tarde que estaba
bajo los efectos de la cocaína el día del incidente.
En prisión se convirtió al cristianismo y hasta
sirvió de predicador, convirtiéndose en un modelo para otros reos
Cuatro años más tarde, su hermano, con quien se
dice había compartido jeringuillas mientras ambos consumían drogas, murió
repentinamente de una nueva enfermedad de la que poco se conocía entonces:
SIDA.
De Jesús se sometió a las pruebas de rigor y
resultó positivo al virus VIH. Poco tiempo después, adquirió SIDA y su vida se
fue extinguiendo poco a poco.
En 1989, ya desahuciado, el gobernador de la Isla
le concede un indulto y De Jesús pasó el resto de sus días en una clínica de
rehabilitación para adictos a drogas.
EL CUARTO
ENCUENTRO CON DURÁN
La noticia de que De Jesús estaba a punto de morir,
movió a su eterno rival, Durán, quien llegó a Puerto Rico para despedirse de De
Jesús. Entonces, ambos protagonizaron uno de los momentos más recordados en el
deporte en Puerto Rico.
En un enorme gesto de compasión y a pesar de los
mitos y temores que en ese momento existían sobre la recién conocida
enfermedad, Durán llegó hasta el lecho donde yacía un moribundo De Jesús, lo
abrazó, le dio un beso en la frente y le pidió a su hija que también hiciera lo
mismo.
Un mes después, De Jesús murió. Apenas tenía 37
años.
Sin embargo, su legado en el boxeo fue lo
suficiente para ser considerado uno de los mejores púgiles que ha dado la Isla
del Encanto en su larga historia boxística y si el comité de escritores le conceden
ese honor, en el 2017 también será considerado entre los grandes del mundo.
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