Stella Walsh, la más rápida, la más castigada: ¿Era
realmente un hombre?
De Federico Cornali
| Rumbo a Río 2016
Imagínese el
siguiente cuadro e intente ponerse –durante cinco segundos- en ese lugar. Usted
nace y adquiere una identidad equivalente a varias miradas por encima del
hombro. Tiene que emigrar a otro país y apenas consigue la nueva nacionalidad
casi tres décadas después de haber llegado allí. Cambia su nombre, para que
todos lo puedan pronunciar en el nuevo hogar. Rompe récords, representando a la
tierra en la que nació. Se convierte en la mejor atleta del mundo. Más tarde,
en una señora elegante y respetada. Comienza a sentirse bien con lo que es y
con lo que logró. Va al supermercado, al mismo de siempre, y una bala perdida
te encuentra. Usted está muerta, es el fin. No para las controversias que
siempre la rodearon, que retoman su vigor desde un frío cuarto de morgue.
Esa, en resumen, fue
la vida de Stanislawa Walasiewicz, una de las mujeres más rápidas de la primera
mitad del siglo XX, una de las atletas más destacadas –y más polémica- de toda
la historia de los Juegos Olímpicos. Nacida en Wierzchowina, un pequeño pueblo
al Este de Polonia, el 3 de abril de 1911, emigró junto a sus padres hacia los
Estados Unidos cuando era apenas una niña. Cleveland se convirtió en el nuevo
hogar de la familia liderada por Julian Walasiewicz. El destino no fue casual,
ya que en esa ciudad del estado de Ohio existía una importante comunidad
polaca.
STELLA WALSHSTELLA
WALSH
En Polonia,
Stanislawa era llamada de “Stasia”. Americanizando un poco las cosas, “Stasia”
se convirtió rápidamente en Stella Walsh, nombre con el que se la recuerda
hasta hoy. Como atleta, comenzó a destacarse en todas las pruebas de velocidad,
saltos y lanzamientos dentro de su escuela. No se necesitaba de ojos expertos
para saber que aquella niña de piernas fuertes y rostro de rasgos duros
llegaría lejos, bien lejos.
Al conseguir la
membresía en Sokol, una organización patriótica y deportiva paneslava de gran
popularidad entre la comunidad polaca de Cleveland, Stella comenzó a viajar, a
competir fuera de su circuito y a asumir que el atletismo podría ser su modo de
vida. Aún sin la nacionalidad estadounidense y con 19 años, se hizo dueña de
los torneos nacionales –permitían la participación de extranjeros- en las
disciplinas de 100 y 200 metros, además de convertirse en la primera mujer
estadounidense en superar la barrera de los seis metros en el salto en largo,
con su marca de 6,02 en trials disputados en Cleveland.
En los Millrose
Games –habitualmente reducidos a participación masculina-, venció sin problemas
a los hombres en la prueba de 50 metros, con un tiempo de 6.1 y en el mismísimo
Madison Square Garden. Allí comenzó el run-run, alguien pateó el hormiguero.
¿Stella Walsh es en realidad un hombre? Algunos se apuraron en “afirmar” que se
afeitaba la barba, otros lo daban por cierto ya que su voz era “demasiado
gruesa”. El entrenador de Stella, sin embargo, fue demoledor. “No estaría bien
decir que la señorita Walsh corre como un hombre. La mayoría de éstos lo hacen
de forma poco ortodoxa y ella lo hace correctamente. Es decir, con facilidad,
relajada y sin demasiado esfuerzo”, sentenció.
STELLA WALSHSTELLA
WALSH
Durante alguna que
otra competencia en Europa donde, como siempre, logró destacarse –por marca y
porte-, entrenadores del equipo polaco se enteraron de que Stella era en
realidad Stanislawa y que no había nacido en Cleveland sino Wierzchowina.
Aprovecharon el “regalo” de la mujer-fenómeno, anotándola como parte de la
delegación del este europeo que estaría en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles
1932, en los cuales la atleta rompería todas las marcas, deslizándose como el
viento. Además, le dieron un empleo en el consulado polaco de Nueva York, como
para no perderla nunca de vista.
La justa
californiana llegó por fin y Stasia, con un tiempo de 11.9, se convirtió en la
primera mujer en bajar los 12 segundos, para asegurarse la medalla dorada en
los 100 metros y romper el récord mundial, que mantuvo hasta 1934. Volvió como
una heroína a Polonia. No alcanzó a poner un pie en el puerto de Gdynia que
recibió una y mil condecoraciones, además de abrazos, lágrimas y palabras de
afecto.
STELLA WALSHSTELLA
WALSH
Años después, en
Varsovia, el 4 de agosto de 1935, Stanislawa batió el récord mundial de los 200
metros con 23.6 segundos, convirtiéndose –otra vez- en la primera mujer que
bajó de los 24. Esta fue la mejor marca de su vida y el récord se mantendría
vigente durante 17 años, hasta que fue batido por la colosal australiana
Marjorie Jackson en Helsinki 1952.
Se acercaban los
Juegos de Berlín 1936 y Stella no podía estar en mejor forma, a pesar de que
sus impresionantes récords se traducían en más y más desconfianza sobre su
sexualidad. “Walsh gana con grandes zancadas, como las de un hombre”, titulaba,
por ejemplo, un diario canadiense de la época tras otra victoria de la polaca.
En la capital
alemana, sin embargo, no consiguió vencer a la estadounidense Helen Stephens y
debió conformarse con la medalla plateada. Lo paradójico fue que Stephens, al
hacerse con el oro, debió enfrentar las sospechas sobre su sexualidad. Tal es
así que decidió someterse a un “examen ocular” para probar que efectivamente
era una mujer –los controles de feminidad en el deporte profesional comenzaron
a llevarse a cabo en 1968. Una humillación como pocas, en un contexto extraño.
Después de aquellos
Juegos, Stella Walsh anunció su retiro, pero enseguida cambió de opinión y
siguió compitiendo hasta bien pasados los 40 años. En total, logró quince
títulos nacionales polacos, veintiocho estadounidenses y más de mil triunfos.
La Segunda Guerra Mundial la dejó sin dos buenas oportunidades de sumar
medallas en los que podrían haber sido los Juegos de 1940 y 1944. En 1954 se
consagró campeona estadounidense de Pentatlón. Ese fue su último título, ya que
fracasó en su intento de acceder a los Juegos de Melbourne 1956.
STELLA WALSHSTELLA
WALSH
En 1959 se casó con
el boxeador Neil Olson, en un enlace que sorprendió a varios y que, en aquella
época, acabó echando por tierra –momentáneamente- los rumores que habían
perseguido a Stella desde que era una niña. Aquel matrimonio duró ocho años.
Sin embargo, ella mantuvo el apellido del exmarido hasta su muerte, casi cuatro
décadas después.
Envejeciendo con
serenidad, Stella Walsh Olson era una de las personas más respetadas de
Cleveland –no solamente por la comunidad polaca. Siguió ligada al deporte, como
instructora de atletismo para jóvenes entusiastas. Nunca paró de recibir
condecoraciones y hasta ingresó en el Salón de la Fama del deporte
estadounidense en 1975. Además, como ella confesó alguna vez, muchos se le
acercaban para susurrarle –con vergüenza y arrepentimiento- “perdón por
aquello” al oído.
El 4 de diciembre de
1980 la señora Walsh, de 69 años, tomó el coraje que requería aquella tarde
fría y ventosa para ir hasta el supermercado del vecindario, aquel que
acostumbraba visitar. Quedaba cerca, y ella ya había encarado escenarios más
hostiles. Mientras caminaba por el estacionamiento de la tienda quedó atrapada
en medio de un asalto y recibió un disparo en el estómago. Falleció en el acto.
Con su muerte, los fantasmas que la acecharon durante toda su vida, despertaron
con la energía de las desgracias.
Fueron tres los
funerales que se hicieron en su honor. Poco antes de eso, dos cadenas de
televisión locales comentaron que había serias dudas sobre la sexualidad de
Stella y los datos que llegarían desde la morgue. “Algunos apuestan a que es
hombre; otros sostienen que es mujer. También hay quienes piensan que es
hermafrodita”, decían. Por respeto y admiración, el encargado de hacer la
autopsia se negó a hacer públicos los resultados. "Stella Walsh vivió y
murió como mujer social, cultural y legalmente, hasta los 69 años", dijo
el forense, apesadumbrado y orgulloso.
El periódico alemán
Bild-Zeitung, de todas formas, publicó que la célebre atleta era “un hombre,
sin margen de error”. Y el exmarido de Stella, Neil Olson, cometió un
sincericidio al declarar para la cadena de medios Knight-Ridder: “En ocho años
de matrimonio, hicimos el amor dos veces. En ambos casos, ella insistió en
hacerlo con la luz apagada”. Inmediatamente, la comunidad americano-polaca de
Cleveland recaudó fondos para iniciar acciones legales contra aquellas
publicaciones.
STELLA WALSHSTELLA
WALSH
Lo cierto que el de
Stanislawa Walasiewicz -o Stella Walsh- fue un caso de seudohermafroditismo
masculino. Genéticamente, tenía los cromosomas XY, un caso de feminización
testicular. Pasando en limpio, “el individuo tiene algunas o todas las
características físicas de una mujer, a pesar de tener la composición genética
de un hombre”.
El escándalo fue
cobrando tamaña repercusión en Estados Unidos y el resto del mundo. Los rumores
y especulaciones obligaron al Comité Olímpico Internacional (COI) a afirmar que
no retiraría “ninguna de las medallas ganadas por la señora Walsh”, ya que en
la época en la cual competía no existían controles de feminidad fiables para
comprobar el género de los deportistas.
En la actualidad,
atletas como Caster Semenya –medalla plateada en los 800 metros de Londres
2012- son perseguidas por esta misma anomalía. En 2009, la Asociación
Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) pidió un test de verificación
de sexo ya que los niveles de testosterona de la sudafricana eran tres veces
superiores al estándar. En julio de 2010, la IAAF aceptó las conclusiones de un
grupo internacional de expertos médicos, según las cuales Semenya puede
competir como mujer sin limitación alguna. “Si no fuese por mi familia, creo
que no hubiese sobrevivido”, dijo la atleta de 24 años que hoy intenta
reconstruir su carrera.
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