Se
convirtió en campeón de
boxeo después de quedarse
sin casa y sin
trabajo
De
Lester Jiménez | Contra las cuerdas
Tony
MoranTony Moran
Cuatro
días antes de que Tony Moran superara a Sandy Robb y conquistara el
título crucero de la poco reconocida Fundación Mundial de Boxeo
(WBF, por sus siglas en inglés), se había quedado sin trabajo y sin
casa, tenía una costilla rota y pocas personas a su lado para
apoyarlo.
Incuso,
la noche del combate, el pasado 23 de abril, no había cámaras de
televisión, tampoco celebridades en ‘ringside’ y nadie, excepto
los presentes en aquel hotel de Glasgow, Escocia, fueron testigos de
su victoria.
Pero
para el púgil de 42 años y natural de Liverpool, era una noche
mágica y ni siquiera su mísera historia iba a quitarle la alegría.
Moran
es un ejemplo de perseverancia.
Por
los pasados tres años, el espigado boxeador de 6’6’’ ha vivido
sin hogar. Duerme en refugios o en la casa de sus amigos y ha tenido
que trabajar en tres lugares distintos para mantener a sus hijos.
Fue en
las Artes Marciales Mixtas y luego en el boxeo, que encontró la
forma de canalizar sus energías y encontrar un motivo para seguir
luchando.
“Yo
no quiero hacer de esto una triste historia, pero es mi vida y no
tengo problemas en hablar libremente de ella”, manifestó Moran
(17-6, 6 KO’s) al diario británico The Gardian. “He pasado por
situaciones terribles. Por un momento, todo me fue mal. Me separé de
mi esposa, extrañaba a los niños y comencé a beber. Entonces, vi
en las Artes Marciales Mixtas como un refugio. Las peleas siempre me
han salvado la vida”, narró.
Luego
de conocer los fundamentos del karate, decidió iniciar su carrera
como boxeador. Pero nadie le daba ninguna oportunidad. Sin promotor,
manejador, ni siquiera entrenador, aprendió por su cuenta el arte
del pugilismo y comenzó a probar suerte, con pagas terribles por
pelea. Entre sus tres trabajos, incluyendo laborar como ayudante de
personas desamparadas y oficial de seguridad en un club nocturno,
apenas tenía tiempo para su preparación, pero siempre encontró la
forma de mantenerse entrenando.
“Mirándolo
en retrospectiva, lo que hice está fuera de cualquier comprensión.
Un día típico en mi vida era trabajar 12 horas en algún lugar,
dormía una hora en el auto y entraba al gimnasio. Luego, pasaba a
ver a los niños, iba a mi casa, trataba de dormir una hora o dos más
y luego iba al club en la noche. ¿Boxeador a tiempo completo? No.
Eso es un lujo”, repasó Moran.
En el
2004 tuvo su primera oportunidad por el título Británico, pero fue
derrotado vía nocaut. Le tomó 12 años reconstruir su nombre en el
pugilismo.
Su
pelea frente a Robb fue sábado. El miércoles de esa semana recibió
dos llamadas: Una que le decía que el club nocturno donde trabajaba,
iba a cerrar y la otra que ya no podía quedarse en el lugar donde
dormía.
“Yo
soy moldeado por la adversidad. ¿Qué opción tengo cuando cosas así
pasan? Seguir peleando. Esa noche frente a Sandy yo escogí pelear y
ganar el título. Era algo personal. Por eso lloré en el camerino
luego de la pelea. Era el final de una larga jornada.
Luego
de su victoria en Escocia, Moran regresó a Liverpool donde intenta
comenzar un nuevo trabajo como entrenador personal y tratar de
comprar su casa.
Y
aunque es consciente que el actual título crucero de la WBF no es
reconocido a nivel mundial por no formar parte de uno de los
principales organismos internacionales, sabe que es el primer paso
para mejorar sus condiciones como pugilista, como recibir mejor paga
y ser reconocido por el Panel de Control del Boxeo Británico, el
equivalente a las comisiones de boxeo de Estados Unidos.
“Yo
sé que no seré reconocido como campeón mundial, pero creo que he
probado que puedo hacer lo que parecía imposible”, concluyó en
otra entrevista al liverpoolecho.co.uk.
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