JUEGOS DE LA AMISTAD
Los juegos de Melbourne se celebraron entre el 22
de noviembre y el 8 de diciembre de 1956, siendo la primera vez que tenían
lugar en un país del hemisferio sur.
Otro hecho anecdótico es que las pruebas de
equitación se realizaron seis meses antes en Estocolmo (Suecia), entre el 11 y
el 17 de junio, debido a las leyes australianas de cuarentena.
De este modo, la magna justa deportiva de Melbourne
fue la segunda con eventos de unos mismos juegos en continentes diferentes.
Los primeros olímpicos con eventos en dos países
distintos fueron los de 1920 en Amberes (Bélgica), pues, en aquella ocasión
algunas pruebas de vela se hicieron en Ámsterdam (Países Bajos).
Si sumamos esta particularidad los juegos de
Melbourne tuvieron la participación de 3 mil 314 atletas en representación de
72 naciones. Tomaron parte 2 mil 938 hombres y 376 mujeres.
Esta cita olímpica también quedó marcada por los
boicots surgidos meses antes de la inauguración, a consecuencia de conflictos
políticos como la Guerra de Suez y la represión que sufrieron los ciudadanos
que apoyaron la llamada la Revolución húngara.
Pese al clima de alta tensión, de conflictividad,
en la clausura se produjo un hecho histórico: unos 500 atletas marcharon juntos
en un solo grupo, bajo la bandera olímpica. Por esta acción deportiva-política
el evento fue conocido como los Juegos de la Amistad.
RUSIA DOMINÓ
La Unión Soviética fue el país que más preseas ganó
sumando 98, repartidas en 37 doradas, 29 plateadas y 32 broncíneas, y superó
por primera vez en el medallero a Estados Unidos, que se quedó con 74
(32-25-17). El tercer puesto lo ocuparon los anfitriones con una cosecha de 35
trofeos (13-8-14).
Australia triplicó el número de preseas conseguidas
en Helsinki-1952 y firmó, para entonces, su mejor actuación hasta los juegos de
Atlanta-1996.
En el caso de Venezuela en estos juegos de
Australia tuvo una delegación muy modesta, apenas 19 atletas, y ninguno pasó de
los octavos de final en la justa.
MORROW Y KUTS, PROTAGONISTAS
La batalla en el campo deportivo entre soviéticos y
estadounidenses quedó plasmado en el favoritismo dividido por los triunfos
obtenidos por el norteamericano Robert “Bobby” Morrow, quien era hijo de un
cultivador de algodón, y el ruso Wladimir Kuts, un antiguo marinero de
Leningrado.
Morrow se impuso en la prueba de los 100 metros
planos, en la doble centena y formó parte del relevo 4×100 para completar el
trío de medallas áureas.
Mientras que Kuts se hacía presente con sendas
medallas doradas al ganar en forma brillante la prueba de los 10 mil metros y
posteriormente en la gesta de los 5 mil metros planos.
Aunque Morrow conquistó una presea amarilla más que
el soviético, la forma tan convincente como las obtuvo lo eximía también de
cualquier comparación.
Tanto Morrow como Kuts fueron recordados y comparados
entonces con las grandes luminarias del atletismo en juegos olímpicos
anteriores, nos referimos en este caso a Paavo Nurmi (Finlandia) y Emil Zátopek
(Checoslovaquia).
Pero podemos decir que fue en Melbourne 1956 donde
realmente comenzó la carrera de rusos y estadounidenses por mostrarle al mundo
que sus atletas eran los mejores preparados y los más capaces, gracias a los
sistemas de gobierno de sus países.
Esta Guerra Fría en el campo deportivo dominó la
escena de las citas olímpicas hasta el desmembramiento de la antigua Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), ocurrida en entre 1990 y 1991 con la
separación de las 15 repúblicas de la unión soviética, firmada por Rusia,
Ucrania y Bielorrusia, representadas por Borís Yeltsin, Leonid Kravchuk y
Stanislav Shushkiévich.
Lo cierto es que desde la cita de Melbourne,
Australia 56, Estados Unidos y la Unión Soviética se alternaron en un dominio
casi total de los juegos olímpicos.
Salvo algunas excepciones, en el caso de otras
potencias como Inglaterra y Alemania que también terciaban en la lucha por los
primeros lugares.
En el caso de América Latina, tan solo contábamos
con Cuba y Argentina que siempre sacaban la cara por nuestro continente.
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