Las 13 costumbres
venezolanas que más desconciertan a los extranjeros
1. TE LLAMAMOS “NEGRO” O “NEGRITO”.
Esto es algo que estremece a cualquier foráneo, sin
embargo en nuestro país no es ninguna ofensa… ¡ni siquiera es una apreciación
racial! “Negrito” se dice para demostrar cariño. Es muy común escuchar en las
calles cosas como “negrito lindo” o “negro bello” para referirse a otras
personas independientemente de su color de piel, y sin que nadie resulte
ofendido por ello.
Matador
2. USAMOS LA PALABRA “VERGA” DE MANERA EXCESIVA
(PARA LOS DEMÁS).
En nuestro país, especialmente en los estados de
Zulia y Falcón, la palabra verga se utiliza “pa’ to’a verga”. Un saludo, un
objeto, una descripción, una expresión de felicidad, de molestia o de lo que
sea: sólo la entonación le dará el significado correcto en la oración. Esto los
venezolanos lo entendemos muy bien, pero para un extranjero se vuelve bastante
confuso, ¡sobre todo porque utilizan el significado más obsceno de la palabra!
Solo Dios sabe lo que pasará por sus cabezas en esos momentos…
Este uso de la palabra suele resultar en muchas
bromas para los venezolanos residentes en los países rioplatenses. “Verga” se
presta para muchos malos entendidos, y los venezolanos terminan siendo víctimas
de un “chalequeo” internacional.
3. ¡PEDIMOS LA BENDICIÓN A DIESTRA Y SINIESTRA!
Si bien en países como México y Colombia también se
pide la bendición a nuestros padres o abuelos, ¡en Venezuela exageramos con
eso! Pedimos la bendición casi a cualquier miembro de la familia que sea mayor
que nosotros, y muchas veces a la lista se incluyen amigos de nuestros padres,
los compadres y hasta a los abuelitos que ayudamos a cruzar la calle.
En otros países se quedan desconcertados cuando de
pronto atendemos el teléfono y decimos “Bendición maita”, ¡sin importar que ya
tengamos 50 años!
4. (CREEN QUE) GRITAMOS.
– ¿Me estás gritando?
– No señor, ¡yo hablo así! Escandalosos por
naturaleza (bueno, por crianza), sobre todo si venimos de lugares como los
llanos, Zulia o la región oriental del país. Los venezolanos prestamos poca
atención al volumen de la voz, salvo en casos en los que la ocasión lo amerite
(como un funeral por ejemplo). Un extranjero no lo verá igual, por lo que hay
que tener mucho cuidado, especialmente después de que nos tomamos algunos
tragos.
5. SOMOS MUY CONFIANZUDOS.
En Venezuela es algo muy común sacarle conversación
al que se encuentra haciendo fila en el banco, al que está a tu lado esperando
el autobús, a la señora del mostrador de la panadería y hasta a “Raimundo y
todo el mundo”. Hablamos de cualquier tema y tratamos a la otra persona como si
la conociéramos de toda la vida. Si bien otro venezolano lo verá como “este
pana es buena gente”, difícilmente un extranjero que no conozca de nuestra
cultura lo verá así. Algunos pensarán que eres un metido en asuntos que no te
interesan, y que no sabes nada de etiquetas sociales (¡olvídate de que un
venezolano sólo hable del clima!). Y si de paso te despides con una palmada en
la espalda, ¡la cara de susto del no-venezolano será épica!
Matador
6. NOS PASAMOS LA LUZ ROJA AL CONDUCIR.
Una infracción segura si lo hacemos en otro país…
En cambio en Venezuela, hasta existe la frase “te respetan menos que un
semáforo de noche”. Aunque suene extraño en otros contextos, acá muchos lo
hacen por seguridad, ya que no es un secreto para nadie que algunos
delincuentes se aprovechan de la luz roja para cometer sus fechorías “express”,
especialmente en las calles y avenidas con poca luz. No es cuestión de
justificar la acción, pues saltarse la luz roja del semáforo también es muy
peligroso.
Más allá de nuestras fronteras, y más tranquilos
respecto a la seguridad, rápidamente nos damos cuenta de la importancia de
respetar el semáforo y cualquier otra señal de tránsito.
7. JUZGAMOS A LAS MARIPOSAS POR SU COLOR.
La cara de espanto que colocan los venezolanos al
ver una mariposa negra entrar a su casa es digna de un reportaje de
investigación. El tema es que, según cuentan algunas leyendas de nuestro país,
¡la entrada de la mariposa negra es presagio de muerte para uno de los miembros
de esa casa! Los extranjeros que han presenciado alguno de esos momentos no
saben si salir corriendo aterrados o reírse a carcajadas al ver a todos los
miembros de la casa intentando sacarla de nuevo por la misma ventana por donde
entró. La situación se torna aún más confusa para un foráneo cuando la mariposa
que entra es de color azul, pues se trata de un buen augurio y todos se alegran
cuando la ven.
Matador
8. NOS VOLVEMOS PARANOICOS ANTE LOS MOTORIZADOS.
A un extranjero se le va hacer muy difícil entender
el por qué nos da tanto miedo cuando escuchamos que se acerca una moto. Tal y
como se describió en el punto 6, tiene que ver con la inseguridad en el país,
pues en su gran mayoría los delincuentes se transportan en motocicletas. Salir
tarde del trabajo y tener que caminar algunas calles te pone alerta para
esconderte ante cualquier sonido de una moto, pues te vuelve un blanco fácil
para este tipo de malhechores.
9. REPETIMOS “MARICO” Y SU FAMILIA DE PALABRAS.
Ante los no-venezolanos, solemos tener que aclarar
que esta palabra no se utiliza para ofender ni denigrar a la comunidad LGBT. Al
igual que la palabra “verga”, la palabra “marico” se emplea con otro
significado distinto al que tiene en otros países de América Latina. En una
conversación entre dos amigos, pueden repetir “marico” en cada oración y sin
que ninguno se sienta ofendido. Es sinónimo de pana, amigo o compañero. Hay
otras variaciones, como “mariquera”, que hace referencia a algún objeto de cuyo
nombre no te acuerdas en el momento.
10. HACEMOS UN CHISTE DE TODO.
Los venezolanos siempre hemos sido reconocidos por
la jocosidad y el buen humor. En nuestro país, aprendimos a reírnos de nuestras
desventuras y hacer un “chalequeo” con ello. Temas que serían “tabú”, o
políticamente incorrectos, son objeto de bromas entre venezolanos, sin ánimo de
ofensa, claro. Quizás te vayan a operar de la pierna, y probablemente un amigo
venezolano te dirá cosas como “tremenda metida de pata, pana” y se reirá a carcajadas:
por favor, ¡no te enojes! Comprendemos la seriedad del tema, pero creemos que
todo se hace más fácil de llevar cuando uno se puede reír al respecto.
Matador
11. LLEVAMOS ARROCEROS.
No significa que llevemos máquinas de hacer arroz a
los lugares… Un arrocero es todo aquel “acompañante” que llega a una fiesta sin
invitación, saluda a todos y hasta baila con el agasajado sin que nadie se lo
tome a mal. En cada fiesta que se hace en Venezuela, siempre llegarán
arroceros, y hasta se toman en cuenta a la hora de hacer el presupuesto para la
misma. Es probable que a un extranjero le cueste entenderlo: “¿cómo permites
que un desconocido llegue a tu fiesta?”, quizás nos pregunte. Pero esto forma
parte de la cultura en Venezuela, pues si es amigo de tu amigo, ¿por qué no
compartir un buen rato juntos?
12. Llamamos “mentiroso” a alguien al mirar sus
manos, como si detectáramos alguna señal de brujería.
Esto es algo que saca de onda a cualquier
extranjero. Se cuestionan “¿cómo rayos sabe (o cree que sabe) que está
mintiendo o que es mentiroso?”. Según las creencias populares en Venezuela, a
las personas que le salgan manchas blancas en las uñas es porque han dicho
alguna mentira. Así que no importa que te hayas dado un golpe en el dedo… ni te
molestes en explicarlo. Al tener la uña manchada, serás irremediablemente un
mentiroso hasta que la mancha se quite.
Matador
13.
AREPA AGAIN? ARE YOU KIDDING ME?
No dude, ¡comida sin arepa no es comida! Bien lo
decía mi mamá, “si no comes arepa no te llenas” y nos la servían en el
desayuno, en el almuerzo y en la cena. ¡Si hasta en algunas meriendas nos daban
arepas dulces con café! Esto puede parecer extraño en un principio a cualquier
amigo extranjero que pase algunos días en nuestra casa, pero finalmente se
acostumbra… ¡tanto así que luego hasta te pedirá algunas!
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